Determinando nuestra verdadera naturaleza dietética

Recordemos aquí la frase célebre de Hipócrates, Padre de la Medicina: «Que tu alimento sea tu única medicina; que tu medicina sea únicamente tu alimento.

esto con concuerda un poco con en el pasaje del libro de Ezequiel. 47:12 Y junto al río, en la ribera, a uno y otro lado, crecerá toda clase de árboles frutales; sus hojas nunca caerán, ni faltará su fruto. A su tiempo madurará, porque sus aguas salen del santuario; y su fruto será para comer, y su hoja para medicina.

en el primer tema se hablo de que nuestra naturaleza misma es frugívoro  que en todo caso somos frugívoros, esto no da resultado que fuimos creados desde génesis, en ese entorno, Adán y Eva era presupuesto frugívoros y no utilizan la cocción de los alimentos, es decir que se los comían crudos. simplemente un alimento que no se puede comer crudo no es un alimento creado por Dios para el hombre, las legumbres era un alimento que Adán y Eva no consumían, porque eso implica cocción  ellos presupuesto no cocinaban, las legumbres formaron parte de la dieta humana después del diluvio

Génesis 9:3  Todo lo que se mueve y vive,  os será para mantenimiento:  así como las legumbres y plantas verdes,  os lo he dado todo. (Génesis 9:1-3).

la principal dieta humana desde el principio son las frutas, verduras, hojas verdes, son anotomia, su fisiología, naturaleza y organismo esta diseñado para este tipo de alimento, aun así cuando Dios ordeno al hombre consumir carne y legumbres, después del diluvio su naturaleza no cambio, que en todo caso Dios necesitaría formar otro hombre del polvo y diseñar  su organismo para consumir estos alimentos, claramente no fue así  si no que lo conservo en el Arca tal como fue su naturaleza desde el principio de su creación.

nota de bible prophecy.

Estudio del Dr. Douglas Graham.

Toxicidad y enfermedad.
"cocción de los alimentos"

A grados variados, los diferentes métodos de cocción introducen sustancias tóxicas que el cuerpo debe eliminar. El consumo repetido de alimentos cocidos resulta en un agrandamiento perjudicial del páncreas, así como daño al hígado, corazón, glándulas tiroides, adrenales, y muchos de los otros órganos, como resultado de la exposición tóxica combinada con una disponibilidad de oxígeno reducida.

Consumir alimentos cocinados también ha mostrado provocar cambios degenerativos en casi todos los aspectos de la química sanguínea. Estos cambios usualmente se revierten rápidamente cuando la exposición a los alimentos cocinados es eliminada.
Los estudios han demostrado que nuestro sistema inmune comúnmente reacciona a la introducción de alimentos cocidos en el torrente sanguíneo de la misma forma que lo hace con patógenos extraños tales como bacterias, virus y hongos: El cuerpo literalmente ataca a la comida, enviando un ejército de células blancas a hacer el trabajo. Este fenómeno, el cual ha sido vinculado con el desarrollo eventual del SIDA, no ocurre cuando consumimos alimentos crudos.

Una correlación directa causa-efecto existe entre la dieta de alimentos cocidos y los dos asesinos principales de la cultura Americana, el cáncer y las enfermedades de corazón. Muchas de estas relaciones han sido documentadas por décadas, y la evidencia se está acumulando. La obesidad, también, está asociada directamente con cocinar nuestros alimentos. Los alimentos cocinados son nutricionalmente inferiores, lo cual es una de las razones por las que las personas comúnmente consumen en exceso alimentos cocinados. Sus estómagos se sienten llenos, pero sus células piden nutrientes y permanecen con esa hambre nutricional.

Para escapar la destrucción de los alimentos cocinados, uno debe estar dispuesto a reconocer que, como cultura, hemos estado comiendo hacia una salud pobre, una muerte temprana y una vejez cargada de enfermedad. Los americanos consumen cantidades cada vez más altas de alimentos procesados y cocinados mientras se preocupan del incremento agudo en obesidad y diabetes juvenil y el costo asombroso de sus cada vez mayores necesidades y cuidados de salud. Pocas personas parecen estar conectando los puntos públicamente, pero conforme estos problemas se vuelven temas sociales cada vez más grandes, yo predigo que van a llegar a una masa crítica pronto.


Determinando nuestra verdadera naturaleza.
" que somos nosotros los humanos en realidad"

1.-  ¿Somos herbívoros?

Los herbívoros, o vegetarianos, son consumidores naturales de productos verdes tales como pasto, hierba, hojas y tallos. Una definición más amplia de “vegetariano” incluye a cualquier persona que consume sólo alimentos derivados de plantas. Los alimentos vegetarianos típicos pueden incluir una preponderancia de frutas y verduras pero, en la práctica, la designación de vegetariano significa que uno come cualquier cosa y todo aquello aparte de carne animal.

¿Buscar en la naturaleza pasto, hierbas y hojas te parece atractivo? ¿Estos artículos te atraen a la vista, te son sugerentes a tu sentido del olfato y te excitan el paladar? Por supuesto que no, por la simple razón de que no pueden satisfacer tus necesidades. No secretas celulasa u otras enzimas que puedan romper estas plantas como lo hacen los herbívoros. Así pues tú no puedes derivar tu necesidad más apremiante de ellas—poniéndole nombre, azúcares simples

 como por ejemplo, brocoli, repollo etc.


los cuales son el combustible primario del cuerpo. En vez de eso, el procesamiento y problemas causados por su ingestión ocasionan una pérdida neta de energía.
Los humanos sí consumen plantas del tipo de hojas verdes tales como lechuga, apio, espinaca y similares, así como también vegetales crucíferos más fibrosos (betabeles, brócoli, coliflor, repollo, acelgas, berza, y otras). Consumidas por si solas, como son presentadas por la naturaleza, estos vegetales duros son altos en fibra insoluble y así pues difíciles para que podamos digerirlos. A pesar de que podemos cultivar un gusto por ellos, en realidad sólo pueden tener un agrado moderado para nosotros.

Todos los vegetales proveen (en el grado que son digeridos) proteínas, algunos ácidos grasos esenciales, materia mineral, vitaminas, y algunos azúcares simples. Pero si obtenemos suficientes de estos nutrientes de nuestros alimentos naturales, entonces estos no son necesarios de plantas que no comemos crudas con un gozo entusiasta.

Así que la respuesta es sí—los humanos están equipados biológicamente para suplementar sus dietas con una amplia variedad de sustancias “vegetarianas” basadas en plantas. Aunque incluyamos vegetales en nuestras dietas, no somos primordialmente consumidores de vegetales por naturaleza. Y el amplio y divergente número de alimentos que comúnmente clasificamos como tales no son, ni aunque estiremos nuestra imaginación, nuestra fuente natural primaria e ideal de combustible o de otros nutrientes. Obviamente, nosotros no somos herbívoros.

2.- ¿Somos consumidores de almidones?

Los almidones pueden ser divididos en tres categorías generales: granos (semillas de pastos), raíces y tubérculos, y legumbres.



como por ejemplo, los granos de trigo, arroz, etc.
  • Granos. Las criaturas que consumen granos de forma natural, las cuales son las semillas de los pastos, son llamadas “granívoras.” Un término similar, “graminívoro,” se refiere a especies cuya dieta primaria consiste de pastos. Muchos pájaros en la naturaleza viven de las semillas de los pastos y hierbas. Incluidas entre las miles de semillas de pasto que existen en la naturaleza están el trigo, el arroz, la avena, el centeno y la cebada—todas las cuales los seres humanos desarrollaron como resultado de su maestría de la naturaleza sólo los últimos 10.000 años.


Por supuesto, en la naturaleza nosotros rechazaríamos todas las semillas de pasto como alimento. Primero, ellas crecen en una forma que no podemos ni masticar ni digerir. Los pájaros que consumen granos poseen un “buche,” un saco en sus gargantas, donde los granos que tragan enteros pueden germinar, así pues volviéndose digeribles. Los granos son indigeribles crudos, pero inclusive cocinados, los carbohidratos complejos en ellos requieren un gran esfuerzo digestivo para que puedan romperse.

Pesadas en almidones, las semillas de los pastos tal como el trigo nos atragantaría si intentáramos consumir el equivalente de una a dos cucharadas (asumiendo que pudiéramos recolectarlas, y recordando que ellas tendrían sus cascarillas intactas, como tendríamos que comerlas en la naturaleza.) Además, comer una cucharada de harina cruda hecha de las semillas de cualquier grano de cereal también produciría una respuesta de atragantamiento debido a que es tan seco.

Así pues, a pesar de que la mayoría de la raza humana en el presente consume granos y almidones, podemos rechazarlos como el alimento humano natural. El hecho que las semillas de pasto ni nos atraen, ni nos son atractivas, ni nos despiertan algo en su estado natural crudo debería ampliamente indicarte que nosotros no éramos granívoros en la naturaleza antes de haber dominado al fuego. En vez de ser un deleite al paladar, estos alimentos de carbohidratos complejos en su estado natural son un lío tortuoso.

Raíces y tubérculos ricos en almidón

como ejemplo las papas que son ricas en almidón

Los animales que escarban y desentierran raíces y tubérculos están anatómicamente diseñados para esa tarea: tienen hocicos; los humanos no. Sin herramientas, los humanos son pobres excavadores. Además, no tenemos motivación para hacerlo, pues no hay alimentos bajo la tierra, en su estado natural, que agraden al paladar, y muy pocos existen que nuestros sistemas digestivos puedan siquiera manejar. Algunas raíces, especialmente los nabos, rutabagas, papas dulces, camotes, betabeles, zanahorias, chiviría y salsifí pueden ser consumidas crudas, aunque en la práctica hoy día, casi ninguna se come de esta forma.
Los humanos generalmente aborrecen la tierra y rechazan comer cualquier cosa cubierta o con matices de suciedad. Por su parte, los cerdos o chanchos pasan grandes cantidades de tierra a través de sus cuerpos.

En la naturaleza, sin herramientas hechas a mano y sin aparatos de cocina, tendríamos que consumir raíces crudas o no comerlas en absoluto. En nuestro hábitat natural, abundante en nuestros alimentos preferidos, podemos estar seguros de que las raíces que el hombre pudo haber manejado sin herramientas recibieron poca atención como comida. En vista de estas consideraciones, puedes tachar a los humanos como escarbadores naturales de raíces.

legumbres


Muy pocas criaturas aparte de pájaros y cerdos consumen legumbres de buena gana, dado que las legumbres en su estado maduro son indigeribles y/o tóxicas para la mayoría de los mamíferos. Para los humanos, las legumbres maduras crudas no son solamente desagradables al gusto, sino que bastante tóxicas. Simplemente no tenemos capacidad para consumirlas en su estado natural. Muchas criaturas consumen legumbres tiernas con gozo. Los pichones y otras aves de hecho consumen toda la planta de legumbre entera, mucho antes de que ha tenido oportunidad de florecer. Mientras que las legumbres tiernas son comestibles y no-tóxicas, uno debe cuestionar su contenido nutricional.

Se ha hecho fama a las legumbres de ser excelentes fuentes de proteína, y su contenido proteínico es generalmente bastante alto. Los niveles altos de proteína no son necesariamente algo bueno, especialmente para los humanos, quienes parecen prosperar mejor en una dieta compuesta de menos de 10% de calorías provenientes de proteína. Tal como es en la carne, lácteos y huevos, la proteína en las leguminosas es rica en el aminoácido metionina, el cual contiene altas cantidades del mineral acídico sulfuro.

Los niveles de carbohidratos en las legumbres son también suficientemente altos para hacerlos difíciles de digerir debido a los altos niveles de proteína. Invariablemente, cuando se consumen legumbres, los humanos padecen gases, un indicativo de que sus procesos digestivos han sido comprometidos. La falta de vitamina C, un nutriente esencial para los humanos, también hace a las legumbres una muy pobre elección alimenticia.

Desde el punto de vista de sabor, nutrición, digestión y toxicidad, las legumbres simplemente no son una opción viable como alimento para los humanos.
Para digerir por completo los alimentos ricos en almidón—granos, raíces y tubérculos, y legumbres—un animal debe producir grandes cantidades de amilasas, enzimas encargadas de la digestión del almidón.

Los granívoros, los excavadores de raíces, y los consumidores de legumbres secretan suficiente amilasa para digerir grandes cantidades de almidón. Si tú observas una vaca masticando heno, la amilasa de la saliva está goteando sobre el suelo. En contraste, el cuerpo humano produce la amilasa de la saliva (también llamada tialina) de fuerza extremadamente limitada y en cantidades relativamente pequeñas, es sólo suficiente para romper pequeñas cantidades de almidón, tales como las que se encontrarían en frutas que no están completamente maduras. El cuerpo también produce pequeñas cantidades de amilasa pancreática para una digestión del almidón algo limitada en los intestinos.

Cuando los humanos puedan comer libremente de granos ricos en almidón, raíces, tubérculos y legumbres tales como trigo, papas y lentejas en su estado crudo hasta saciarse y proclamen que su experiencia fue un auténtico placer gourmet, entonces tanto tú como yo podemos estar de acuerdo en que se somos consumidores de almidón.

3.- ¿Somos consumidores de alimentos fermentados?



En esencia, todos los americanos consumen fermentados y otras sustancias descompuestas que son llamadas alimentos. La mayoría son derivadas de la leche. Algunas son hechas de granos (especialmente los alcoholes), frutas (vinos y ciertos vinagres), legumbres (especialmente el frijol de soya y su variedad de productos pútridos), y carnes descompuestas.

  • Los carbohidratos fermentan cuando hongos y bacteria los descomponen. Los carbohidratos fermentados producen alcohol, ácido acético (vinagre), y ácido láctico, así como metano y dióxido de carbono.
  • Las proteínas se putrifican (pudren) cuando se descomponen. Descompuestos primariamente por bacteria anaeróbica pero también por hongos (levadura) y bacteria aeróbica, las proteínas generan productos de desecho llamadas ptomaínas (cadaverina, muscarina, neurina, ptomatropina, putresceína, y otras), indoles, leucomainas, escatoles, mercaptanos, amoniaco, metano, sulfuro de hidrógeno y otros compuestos tóxicos.
Las grasas:  se vuelven rancias y repulsivas cuando se oxidan y descomponen. Cosa rara, descartamos las uvas fermentadas, sin embargo bebemos el producto final de la fermentación (vino). Aún más extraño, la mayoría de los americanos consumen con abandono algo que nunca ocurrió en la naturaleza —un producto de putrefacción patogénico llamado queso. Hacemos queso tomando la porción de caseína de la leche y pudriéndola con tipos de bacteria que dejan sub-productos que muchos paladares han llegado a apreciar. El queso representa todos los productos de descomposición en un solo paquete: proteínas putrefactas, carbohidratos fermentados y grasas rancias.


Sólo necesitas referirte a un buen diccionario para aprender qué tan venenosas son en realidad estas sustancias. Sin embargo, los americanos consumen billones y billones de libras de queso anualmente. Asegurar que todos estos venenos que entran al sistema causan cualquier cosa menos que enfermedad, malestares y debilidad es una tergiversación o una exposición fraudulenta. Tumores y cáncer son frecuentemente el resultado.
Dado que los seres humanos no consumirían estos tipos de productos descompuestos en la naturaleza sin herramientas y contenedores, podemos categorizar de forma segura que son artificiales y ciertamente no están entre los alimentos que utilizaríamos primordialmente para nuestro sustento.

4.- ¿Somos lactantes de animales?



Yo dudo que los humanos hayan jamás mamado directamente del ganado, cabras, yeguas, camellos, ovejas y otros animales. Y, por supuesto, la idea de hacerlo es detestable y repugnante a nuestra disposición.

La práctica de beber leche animal como una parte regular de nuestra dieta adulta tiene solamente unos cuantos cientos de años de antigüedad. Antes de la llegada del motor de combustión, no era posible arar, sembrar y cosechar suficiente grano para que la mayoría de las familias pudieran sostener más de una vaca o dos. Dar leche de vaca a los niños en lugar de la leche materna es también una práctica relativamente nueva que data atrás sólo unos doscientos años.

Ciertos pueblos árabes y africanos han utilizado la leche animal por milenios, pero la cantidad utilizada era extremadamente pequeña. Es cierto que algunos pueblos, como los Masai, viven sustancialmente de leche y sangre, pero estos no son bajo ninguna circunstancia nuestros alimentos naturales. Ellos lo hacen principalmente por falta de otros alimentos fácilmente obtenibles.

Ningún otro animal en la naturaleza bebe la leche de otra especie; ellos saben instintivamente que la leche de sus madres es un alimento perfecto que sostiene el rápido crecimiento y provee la mezcla de nutrientes exacta que sus cuerpos en desarrollo requieren. No estamos más diseñados para la leche de vaca que para leche de cerdo, la de rata, la de jirafa.... o viceversa.

Beber leche es patogénico. Si la leche y los productos lácteos fueran descontinuados hoy, millones de personas cesarían de sufrir enfermedades y patologías en un corto período. De hecho, si esta sola práctica dietética fuera descontinuada, los hospitales virtualmente se vaciarían y las salas de espera de los médicos estarían en su mayoría desalojadas.
Los humanos están ciertamente diseñados por naturaleza como lactantes —pero sólo por el primer par de años de vida, y sólo de la leche de su propia madre. Nos haríamos a nosotros mismos un favor astronómico si tuviéramos el buen sentido común de parar el consumo de lácteos después de la edad del destete, como lo hace toda otra criatura bebedora de leche en la Tierra.

5.- ¿Somos consumidores de nueces, semillas y otras plantas altas en grasa?



No hay duda de que los primeros humanos en la naturaleza consumían algunas nueces y semillas, a pesar de que ciertamente las plantas las crean con fines reproductivos, no de consumo. Los varios tipos de semillas, prominentemente granos, hierbas, semillas frutales y nueces (todas las nueces son semillas) tienen cubiertas externas protectoras que varían en textura de fibrosas a duras y de madera. No tenemos dientes filosos como navajas ni poder de mandíbula masivo como el que usan las ardillas para extraer las nueces de sus cáscaras.
Tanto semillas como nueces son provistas con nutrientes suficientes para iniciar y sostener un crecimiento mínimo de sus plantas. Como con todos los alimentos, nosotros derivamos nuestro más grande beneficio nutricional de nueces y semillas cuando las consumimos en su estado crudo Las grasas y proteínas calentadas son bastante patogénicas—inclusive carcinogénicas. Deberíamos consumir nueces crudas o no consumirlas en absoluto.
La mayoría de las personas en la sociedad moderna, sin embargo, nunca han probado nueces y semillas verdaderamente crudas. Altas en contenido de agua, las nueces genuinamente crudas tienen una textura más como de manzanas (en el caso de las almendras) o mantequillas de nuez (en el caso de las macadamias). Virtualmente todas las nueces y semillas disponibles comercialmente han sido sobre-deshidratadas a “bajas” temperaturas, (tal vez 70C) frecuentemente por días, para prevenir que se vuelvan mohosas, así pues extendiendo su vida de anaquel.

Desafortunadamente, nuestra habilidad para digerir nueces y semillas —ya sea que estén crudas, deshidratadaso calentadas—es bastante pobre. Variando desde 55 hasta 90% de grasa, las nueces y semillas es mejor consumirlas infrecuentemente y en muy pequeñas cantidades. Inclusive entonces, su ruptura en ácidos grasos, aminoácidos y glucosa requiere un proceso más largo del deseado, tomando horas. Las grasas pueden permanecer en el intestino delgado por varias horas antes de que la vesícula secrete bilis con la cual pueda emulsificarlas (romperlas y licuarlas).

En contraste, las frutas altas en grasa como aguacates, durianes, akees, fruta de pan y aceitunas son ricas en grasas fácilmente digeribles (cuando están maduras). Estas frutas varían en contenido graso desde 30% de calorías (durian) a 77% (aguacate). La carne de coco, también alta en grasa (variando entre 20 a 80%, dependiendo de su madurez), es fácilmente digerible en su estado como de jalea pero casi imposible de digerir cuando está maduro y endurecido.

Las hojas verdes y otros vegetales, cuando se consumen crudos y frescos, contienen una pequeña cantidad de ácidos grasos en un estado fácilmente utilizable. Sin embargo, algunos (principalmente los vegetales crucíferos) contienen compuestos tóxicos e indeseables de azufre. Nosotros obtenemos nuestras mejores grasas predigeridas y suficientes para satisfacer las necesidades de ácidos grasos del cuerpo de frutas y hojas tiernas.

Biológicamente, no somos una especie de consumidores de grasa, sino consumidores de grasa meramente incidentales. A pesar de que un aguacate ocasional y un puñado pequeño de nueces y semillas son bastante satisfactorios y complementa nuestra dieta natural, somos en principio consumidores de carbohidratos.

6.- ¿Somos Nosotros Omnívoros—Esto Es, Todo lo Anterior?



Por supuesto, los humanos son omnívoros en práctica, con la ayuda de estufas, condimentos, estimulantes del paladar, sazonadores que camuflan, especias y demás. Pero, en la naturaleza, no podríamos más que consumir alimentos de temporada y tendríamos que comerlos en su estado crudo basados en su efecto en nuestro paladar. Sin herramientas, tecnología, empaquetamiento ni contenedores, y sin agentes que enmascaran el sabor, pronto perderíamos todas nuestras tendencias omnívoras en el mundo natural real... y la fruta jugosa y dulce nos parecería mejor y mejor cada día.

7.- ¡Somos frugívoros!



En la naturaleza, los humanos serían frugívoros solamente. Un frugívoro es una criatura que vive principalmente de frutas, incorporando también verdes tiernos. (Esto incluye las frutas no dulces con semilla que generalmente llamamos vegetales, tales como tomates, pepinos, pimientos, okra, zucchini y otras calabazas, y berenjenas.) Como todos los animales, podemos en efecto sobrevivir (aunque menos exitosamente) con una amplia variedad de comidas. No obstante, nuestros cuerpos fueron diseñados para prosperar en una dieta de frutas principalmente.

Algunas personas adoptan una dieta totalmente frutariana, que significa que intentan vivir exclusivamente de frutas, pero yo no recomiendo esta práctica. Los vegetales de hoja verde-oscura proveen minerales y otros nutrientes esenciales para la salud y una nutrición óptima.
Nutricionalmente, la fruta se acerca más a satisfacer todas nuestras necesidades (incluyendo, por supuesto, nuestro deseo de alimento sustancial, exaltante y delicioso) que cualquier otra comida, tal como la carne para un carnívoro. Las frutas están repletas con los nutrientes que nuestros cuerpos requieren—en las proporciones que los necesitamos. Sí, algunos vegetales y otras comidas pueden tener “más” de un nutriente particular o clase de nutrientes, pero las frutas tienden a contener los tipos y cantidades de nutrientes que nuestros cuerpos requieren. Más no significa mejor.

Los humanos buscan lo dulce por naturaleza, diseñados para consumir frutas dulces. Las papilas gustativas en las puntas de nuestras lenguas reconocen sabores dulces. La mayoría de nosotros estamos atraídos a frutas dulces en su estado crudo, sin importar qué más nuestra cultura y circunstancias nos dispongan a consumir.

Cuando están maduras, las frutas convierten sus componentes de carbohidratos en glucosa y fructosa, azúcares simples que podemos utilizar sin digestión adicional. Las enzimas en la fruta convierten las proteínas en aminoácidos y las grasas en ácidos grasos y gliceroles. Así, cuando comemos frutas, todo lo que necesitamos hacer es saborear sus bondades.

¿Frutas y hojas verdes tiernas?


Habrás notado que yo he descrito la dieta frugívora como una que consiste primariamente de frutas, con la adición de hojas verdes tiernas. ¿Dónde quedan el resto de los vegetales en este cuadro?

Esto puede impactarte, pero por todo indicio, nuestra fisiología digestiva fue diseñada para procesar las suaves fibras solubles en agua de las frutas y hojas tiernas, casi exclusivamente.
Es verdad que los vegetales crucíferos como el brócoli, coliflor, berza, acelgas, colecitas de Bruselas y repollo están cargadas de nutrientes, incluyendo fibra soluble. Pero también contienen celulosa y otras fibras difíciles de digerir o inclusive indigeribles.

Por “fibras indigeribles,” me refiero que nuestro sistema digestivo no puede romper estos materiales y debe por lo tanto eliminarlos. Y a diferencia de las fibras solubles, estas fibras indigeribles son rígidas y pueden raspar y arañar nuestra delicada membrana digestiva conforme pasan. (La fibra en granos enteros también lo hace, sólo que hasta un punto todavía mayor; véase “Fibra” en el Capítulo 5 para más información.) Estos vegetales son mejor digeridos cuando se consumen en su estado más joven y tierno. Para los mejores resultados, deben ser masticados minuciosamente o predigeridos mecánicamente a través del uso de una licuadora o un aparato que pueda rallarlo.

Para asimilar completamente, necesitamos digerir completamente, y cada vez que comemos alimentos que son más difíciles de digerir, comprometemos nuestra digestión y, con el tiempo, nuestra salud. Somos capaces de tragar vegetación que contiene celulosa y otras fibras duras e insolubles, pero tales comidas ponen una carga grande sobre nuestros órganos digestivos y de eliminación.

Hasta donde la salud concierne, queremos derivar los mayores beneficios mientras minimizamos los detrimentos o el daño por completo. Cuando aplicamos esta idea a nutrición, estamos buscando “suficientes” de los nutrientes que necesitamos, no necesariamente los más que podamos obtener. Las fibras indigeribles en los vegetales de textura más dura son muy difíciles para que nuestros cuerpos los digieran, en comparación con las fibras suaves y solubles de las frutas y las hojas verdes tiernas. Así pues, estos no pertenecen al grupo de nuestros alimentos ideales.

Nuestros sentidos lo confirman.



Imagina por un momento que tú estás a punto de comer alguna deliciosa pieza de fruta—tal vez una uva, durazno, melón, plátano, manzana, ciruela, naranja, mango, higo, o mora... tu escoge la variedad. Imagina sostener la fruta en tu mano, admirando su belleza. La acercas a tu nariz y hueles su dulce y distintiva fragancia. Te tienta dar una mordida, pero primero aprecias la fruta en tu mente sólo un poco más, incrementando el placer. En este punto, debe estar haciéndose agua la boca (salivando). La fruta no requiere preparación; es un producto terminado, listo para ser consumido exactamente tal como la naturaleza lo preparó. Para los humanos, las frutas atraen la vista, agradan nuestro sentido del olfato, y saben divino en su estado maduro, natural y crudo.

Ahora, intenta lo mismo nuevamente, esta vez imagina un campo de trigo, o un rebaño de ganado, o aves en vuelo. ¿Se te hace agua la boca? Cuando están obligados a imaginar por ellos mismos el acto de recolectar alimentos en la naturaleza, inclusive aquellos que vehementemente cuestionan la disposición frugívora del hombre tienen que admitir que ellos escogerían pocas cosas que no fueran frutas. Esto no significa que nosotros debamos comer frutas total y exclusivamente en nuestras circunstancias presentes, pero sí significa que, en la naturaleza, las frutas serían una mayoría abrumadora de nuestras elecciones alimenticias.
Permitir que la fruta predomine en tu dieta hace que tener éxito en el plan 80/10/10 sea más fácil que cualquier otro acercamiento hacia la alimentación, ya sea una cruda o cocida. Para desarrollar la relación más saludable, sana y sensata con la comida, y para poder vivir con un plan dietético que te funcione por el resto de tu vida, consume toda la fruta que desees durante el desayuno y la comida. Inclusive tus comidas de verduras debieran empezar con fruta, tanta como gustes, hasta que estés seguro que no se te va a antojar algo dulce al final de la comida.

referencias.

Dr. Douglas Graham, a lifetime athlete and raw fooder since 1978, is an advisor to world-class athletes and trainers from around the globe. He has worked professionally with top performers from almost every sport and every field of entertainment, including such notables as tennis legend Martina Navratilova, NBA pro basketball player Ronnie Grandison, track Olympic sprinter Doug Dickinson, pro women's soccer player Callie Withers, championship bodybuilder Kenneth G. Williams, Chicken Soup for the Soul coauthor Mark Victor Hansen, and actress Demi Moore.

libro 80/10/10
para mas información visitar el sitio del Dr. Douglas




Nota bible prophecy:  no es casualidad que el Dr. Douglas Graham, tiene gran concordancia con el libro de (Génesis 1:26-31) No se sabe si cree en Dios o no, lo importante aquí es su gran estudio y trabajo e investigaciones de muchos años, que esta muy completo sobre cual es la verdadera alimentación que lleva al hombre alcanzar aquella salud que tanto desea, grandes logros a llevado acabo este gran medico, ha tratado muchos enfermos y han sanado.

Shalom
Javier Reyes
Bible prophecy.

lo que piensa la industria de ti

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Salmo 16

Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado. oh alma mía, dijiste a Jehová:Tú eres mi Señor;No hay para mí bien fuera de ti.3 Para los santos que están en la tierra,Y para los íntegros, es toda mi complacencia. Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios.No ofreceré yo sus libaciones de sangre,Ni en mis labios tomaré sus nombres.

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